No obstante, un signo de los tiempos que vivimos, es que la política (en Estados Unidos y en otros países) no sigue los parámetros establecidos. Usualmente, el expresidente inmediato no es un elemento importante en las elecciones de medio término. Definitivamente, este no ha sido el caso de Donald Trump, quien continúa siendo un foco de atención, tanto para sus seguidores, como para sus detractores. Aunque su cruzada para invalidar los resultados electorales culminó con el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021, el exmandatario y aquellos que siguen su línea insisten en que la administración Biden es ilegítima. Además, buscan alcanzar en 2024 lo que no lograron en 2020: que las autoridades locales invaliden los resultados en caso de no obtener una mayoría en estados claves
Mientras en nuestro país la actividad se calma en estas semanas por las fiestas patrias, el ambiente político en Estados Unidos está llegando a su clímax por la celebración de las elecciones de medio término esta noche.
En ellas, se elegirán los 435 miembros de la Cámara de Representantes (quienes sirven por dos años con la posibilidad de reelección indefinida), un tercio de los cien senadores, al igual que algunos gobernadores y otras oficinas estatales y locales. En las últimas décadas, las elecciones de medio término se han vuelto un barómetro de la opinión pública de cara al próximo proceso electoral presidencial. Además, han servido para calificar al Ejecutivo, reflejando el índice de aprobación del presidente.
Es usual que tras dos años de mandato, que iniciaron con altas expectativas, el electorado se sienta desilusionado por las promesas no cumplidas. Por ello, desde 1974, el partido gobernante ha perdido un promedio de 23 curules en la Cámara de Representantes en las elecciones de medio término. Además, muchas veces, los votantes del partido en el poder están menos motivados a votar; contrario a la oposición, que está más unificada en su rechazo a la agenda del Ejecutivo.
Tomando en cuenta estos factores iniciales, podemos pensar que los republicanos tienen todas las de ganar en esta elección. El presidente Joe Biden ha tenido un índice de aprobación por debajo del 50% durante más de un año (según el promedio de encuestas del sitio FiveThirtyEight al 2 de noviembre, es 42.1%). Además, las mayorías legislativas demócratas son mínimas, por lo que los republicanos no necesitan una victoria contundente para tomar control del Congreso.
No obstante, un signo de los tiempos que vivimos, es que la política (en Estados Unidos y en otros países) no sigue los parámetros establecidos. Usualmente, el expresidente inmediato no es un elemento importante en las elecciones de medio término. Definitivamente, este no ha sido el caso de Donald Trump, quien continúa siendo un foco de atención, tanto para sus seguidores, como para sus detractores. Aunque su cruzada para invalidar los resultados electorales culminó con el intento de golpe de Estado del 6 de enero de 2021, el exmandatario y aquellos que siguen su línea insisten en que la administración Biden es ilegítima. Además, buscan alcanzar en 2024 lo que no lograron en 2020: que las autoridades locales invaliden los resultados en caso de no obtener una mayoría en estados claves.
Dentro del Partido Republicano, especialmente en la Cámara de Representantes, casi toda oposición al expresidente ha sido castigada electoralmente en las recientes primarias. Esta realidad ha hecho que los líderes demócratas intenten convencer al electorado que el retroceso institucional que representan sus contrincantes es más importante que cualquier otra consideración. La decisión de la Corte Suprema de Justicia que dejó de reconocer al aborto como derecho constitucional (y la consecuente adopción de prohibiciones casi absolutas de esta práctica en varios estados) ha resultado ser un factor político que ha jugado a favor del partido Demócrata. Otros elementos que ayudan a los demócratas son la estabilización de los precios de la gasolina y el impacto en la opinión pública de las audiencias que revelan lo ocurrido el 6 de enero de 2021.
A pesar de estos factores, muchos analistas predicen que los votantes republicanos “regresarán a casa” y se alinearán con sus candidatos durante la recta final de esta campaña. Asimismo, casi todas las encuestas muestran que la economía y la inflación son los temas más importantes para los estadounidenses. Los candidatos republicanos, quienes han enfatizado estos problemas en su campaña electoral, recibirían una amplia mayoría de votos entre aquellos que enumeraron a estos problemas como prioridades a la hora de ir a las urnas. El legendario ” it’s the economy, stupid ” de James Carville parece seguir vivo.
Estas tendencias se están reflejando en las últimas semanas de la campaña electoral, en las que los republicanos han tomado la delantera en las encuestas nacionales. La posibilidad de que los demócratas pierdan su mayoría en la Cámara es aún mayor, y en el Senado, los republicanos podrían ganar curules en estados como Nevada y Georgia, dándoles la mayoría.
Los factores que juegan a favor de cada partido siguen siendo relevantes y los resultados de los comicios de esta noche determinarán cuáles pesaron más. Pase lo que pase, el resultado tendrá un impacto en las elecciones presidenciales de 2024 pero no debe ser leído como una profecía, pues mandatarios como Barack Obama y Bill Clinton lograron la reelección cómodamente después de sufrir derrotas en la mitad de sus primeros períodos.
Las elecciones de medio término de 2022 presentarán un enfrentamiento entre las expectativas tradicionales para este tipo de contienda -un referéndum sobre el partido gobernante y la economía- versus las particularidades de este momento político, particularmente el futuro de las instituciones y normas democráticas.
El autor es licenciado en gobierno de la Universidad de Georgetown.
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